En el año 1990, en Suecia, se produjo un avance para los amputados que sufren multitud de problemas relacionados con el encaje de la prótesis externa con el muñón de amputación. Estos problemas básicamente son lesiones cutáneas, infecciones y dolor por mal encaje del muñón. Ellas condicionan un menor uso de la prótesis externa y un mayor esfuerzo para movilizarle. Éste, a veces, acaba por provocar el abandono de la misma. Cuando la prótesis externa no encaja perfectamente condiciona una sobrecarga de la extremidad contralateral y la columna, a causa de una dinámica de la marcha anormal.
Aprovechando la experiencia de los dentistas que efectúan implantes dentales osteointegrados en la mandíbula, se desarrolló la prótesis OPRA. Ésta se inserta en el fémur remanente y deja un encaje externo. Éste, a través de la piel, conecta la prótesis externa que puede ser de brazo o de pierna y a distintos niveles (por encima o debajo de la rodilla).
Dicho avance empezó a estandarizarse a partir del año 1999. Posteriormente, otros sistemas se desarrollaron en Alemania (ILP, Integrated Leg Prosthesis), en Australia (OGAP-OPL), en Inglaterra (ITAP) y en Estados Unidos (POP y Compress).
El sistema proporciona al paciente una funcionalidad mayor, incrementa el perímetro y tiempo de marcha, y mejora la estabilidad. Lo hace al transmitir las fuerzas del pie al hueso directamente. En contrapartida, los potenciales problemas son la infección, la fractura del fémur remanente y el aflojamiento del implante femoral, que requiere una cirugía de revisión. Para evitar la fractura del fémur remanente, los implantes incorporan sistemas de desconexión del implante. Esto se produce en caso que las fuerzas de carga sean excesivas.
El proceso de implantación consta de dos pasos: el primer tiempo consiste en poner el implante dentro del fémur para que se integre con el hueso. Esto se produce gracias a la capacidad de éste de crecer dentro de las rugosidades del titanio que cubre el implante. El segundo tiempo consiste en poner el puente. Éste conecta el implante interno con la prótesis externa a través de la piel que debe quedar apropiadamente sellada para evitar la entrada de bacterias. Dos meses separarán el primer tiempo del segundo. A partir del segundo tiempo, cuando la herida está cicatrizada, empieza un periodo de carga progresiva para alcanzar la carga completa a las 8 semanas, aproximadamente.
Se calcula que la supervivencia de los implantes a los dos años es del 92%.
Existen algunas contraindicaciones absolutas como la osteoporosis, obesidad, embarazo, vasculopatía, diabetes complicada, trastornos psíquicos, infección o neuropatías. No se recomienda implantar estas prótesis cuando existen problemas de piel en pacientes por encima de 65 años o por debajo de los 20.
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