La osteoporosis, la enfermedad de los huesos, afecta a cerca de tres millones de personas mayores de 50 años, según datos de la Asociación Española contra la Osteoporosis (AECOS). Una de cada diez mujeres la sufren tras la menopausia. Los huesos pierden densidad, se hacen más frágiles y, por lo tanto, se rompen con facilidad. Además esta enfermedad llega sin avisar, por ello la importancia de realizarse una densitometría ósea a partir de determinada edad. Es una prueba sencilla que calcula la densidad de los huesos e indica si el paciente sufre o no de osteoporosis. Los huesos siguen, como todo, su ciclo de vida: nacen, se desarrollan y mueren.
El problema viene cuando éstos no van al ritmo del resto del cuerpo. Los huesos están en formación hasta aproximadamente los 30 años. A partir de esta edad van perdiendo fuerza. Es decir, los hábitos diarios de las primeras tres décadas de vida van a determinar la calidad de los huesos. Fumar, llevar una vida sedentaria, una mala alimentación y el alcohol son los grandes responsables en la aparición de la osteoporosis. “En la sangre debemos tener siempre unos niveles mínimos de calcio, es fundamental para vivir. Algunas personas no lo absorben bien o eliminan demasiado. Antes de los 30 años es importante tener una buena ingesta de calcio. El deporte es una de las mejores opciones para mejorar la calidad de los huesos. Éstos reaccionan a las demandas de aguante y así se fortalecen. Se ha de educar a la gente sobre la importancia de llevar una vida activa porque tenemos tendencia al sedentarismo”, apunta Antoni Fraguas, director médico de Artro Esport, equipo de traumatólogos que ofrece un servicio integral en el tratamiento de todo tipo de lesiones. Los huesos de la mujer no siguen la misma evolución que los de los hombres, por eso el porcentaje de mujeres con osteoporosis es mucho mayor. Representan dos tercios del total de los afectados por esta enfermedad.
Las culpables son las hormonas. El estrógeno estimula la formación ósea y con la menopausia desaparece, y con él la protección del hueso. Sin esta defensa las células que estimulan la destrucción ósea tienen vía libre. Pero no sólo depende de las hormonas, hay diferentes factores que influyen, como la localización geográfica o la raza. Por ejemplo las personas de color tienen menos riesgo de sufrir osteoporosis. No es que la enfermedad tenga prejuicios xenófobos. Todo tiene una explicación: en España hay más sol, es decir, más vitamina D. Por ello, en los países en los que los días de sol son escasos, por ejemplo los nórdicos, existe una incidencia mayor de osteoporosis. “Es importante que las mujeres, una vez han llegado a la menopausia, vayan al especialista para que estudie sus factores riesgo y se realicen densitometrías tempranas y seriadas. La prevención es el gran reto de la medicina”, señala África Muxí, consultora del servicio de Medicina Nuclear del Hospital Clínic y presidenta de la Societat catalana de Medicina Nuclear.
Los tratamientos requieren constancia ya que son prolongados. Éste es precisamente el problema que se plantea en la actualidad. Alrededor del 75 por ciento de los pacientes abandona o no sigue adecuadamente el tratamiento. “No es una enfermedad que produzca dolor, a no ser que haya una fractura. Por eso mucha gente piensa que una vez se ha curado la fractura ya puede abandonar el tratamiento. Pero la osteoporosis es una enfermedad que se cura poco a poco, necesita tiempo, y si no se cura bien al primer aviso, el segundo puede ser una fractura vertebral o de cadera”, explica Carolina Pérez, reumatóloga de la Clínica Teknon. Entre un 20 y un 30 por ciento de las personas con osteoporosis que han sufrido una fractura de cadera o vértebra mueren durante el primer año. Normalmente los pacientes de esta patología son personas mayores que presentan otras complicaciones. Los expertos advierten que no basta con tomar medicamentos que paren la destrucción del hueso, sino aquellos que ayudan a que se regenere.
Ahora existen diferentes opciones y, para aquellas personas que les cueste seguir el tratamiento, pueden realizarlo mensualmente o, incluso, anualmente. Carolina Pérez recomienda seguir los tratamientos semanales porque, dice, “el control continuo siempre será más efectivo”.
La anorexia es también un punto de preocupación. Jóvenes que en su etapa de crecimiento sufren trastornos con la alimentación pueden tener un mayor riego de sufrir osteoporosis cuando lleguen a la menopausia. “Estas chicas no son conscientes de ello, pero el día de mañana podrán sufrir las secuelas. Aunque se curen de la anorexia, si el aumento de densidad ósea ha sido inferior al que corresponde, esto repercutirá en la calidad de sus huesos a largo plazo”, advierte Muxí.